La historia enseña que en la actualidad, en occidente vivimos mejor que hace siglos. La esperanza de vida de los países está en aumento, por ejemplo en mi país, Ecuador, para el 2020 la esperanza de vida de la mujer será de 80 años. Hay mejores accesos a medicinas, enfermedades que hace 150 años eran mortales como la viruela o la tuberculosis ya no lo son, y el acceso al agua y los alimentos es casi universal, las comunicaciones son cada vez más eficaces y veloces.
Sin embargo, a medida que más personas pueden utilizar la internet y las comunicaciones, y redes sociales, mucho del tiempo se desperdicia y los "muros" de algunas, se convierten en "muros de los lamentos" o "muro de las indirectas", "muro de los disgustos" y de muchas cosas más que restan. Ahora Facebook tiene la costumbre de recordarnos lo que publicamos mucho tiempo atrás, y he escuchado personas que se han avergonzado de lo que escribieron en un momento de ira o tristeza.
Sin embargo, muchos de nosotros usamos las redes sociales de otra manera: Yo por ejemplo, publico los momentos felices que he tenido, y más cuando han sido junto a otras personas y expreso mi gratitud públicamente. Sé que cuando pase un año, dos, cinco, diez, las redes me seguirán recordando que estas personas me tendieron la mano en muchos momentos, y que el avance que habré tenido hasta entonces no solamente será producto de mí mismo.
Es falso decir que por uno mismo se consiguieron grandes retos: Tuviste un padre o madre dedicados, esposo o esposa, hijos, o un gran equipo de trabajo, contactos que te conectaron para subir a otro nivel, hasta personas que te apoyaron emocionalmente, haciendo un repaso a nuestro pasado, es probable que hasta quien pensó estar solo siempre, nunca lo estuvo realmente, solo se aisló. Es por eso que creí pertinente hacer de mi muro, permanentemente, una especie de "muro de la gratitud", así, aunque quiera pensar en el futuro que estuve solo, mis propios escritos me recordarán lo mucho que debo agradecer y devolver a la vida y a la humanidad.