En la novela "El principito", el narrador cuenta que de niño, le enseñaba a todas las personas un dibujo que había hecho, de una culebra que se había tragado un elefante; todos los adultos concordaban en que veían un sombrero. Sin embargo, cuando el principito vio el dibujo, supo interpretar correctamente lo que el narrador había dibujado de niño.
Para todas las cosas hay aparentemente una lógica, el mundo es así, esto funciona de esta manera... eso decimos los adultos. Tenemos puntos de vista muy rígidos a veces de las cosas, pero los niños son muy flexibles, porque en su imaginación pueden concebir un universo.
Creo que hay veces que nos toca apagar un rato ese "chip" de adultos, y pensar un poco como niños, confiar un poco más en la gente, aunque a veces nos defrauden, otras ocasiones podemos hacer tambien un amigo. La madurez es parte de saber cambiar el chip en el momento correcto, tener siempre el chip de "adulto", no garantiza que seas maduro, solo que eres un amargado. Tener el chip de niño todo el tiempo, solo habla de inmadurez, y tomarse la vida irresponsablemente.
Se trata de estar calmado ante los enormes problemas, donde no puedes hacer nada. De tomarse la vida con calma, disfrutando los momentos como los niños al máximo, pero con la experiencia de adulto de sacarles jugo, porque muchos de ellos no se repetirán... o que más aún, nada es para siempre.
De eso se trata, de usar un chip diferente para cada cosa, para cada circunstancia, saber que ningún concepto es absoluto, ni aún en la ciencia suele pasar ¿Porqué siempre generalizar? Y en ciertos momentos, solo queda mirar la misma cosa con ambos chips, y sacar un promedio del resultado, mucha matemática, mucha ciencia parece, mucho cansancio. No obstante créeme, que eso te ayudará a soportar los grandes impactos de la vida de manera más suave, y sonreir al máximo en esos breves ratos de felicidad que tenemos cada día.
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