Hace alrededor de año y 9 meses, conocí a una chica de Egipto a través de Second Life. Nos comunicábamos en inglés, ya que, yo no sabía árabe, y ella tampoco castellano. Fuimos buenos amigos, y además me incluyó en su red social de Facebook, conversábamos acerca de todo un poco, hasta que, un día desapareció abruptamente.
De vez en cuando, preguntaba por ella, le mandaba mensajes privados a ambas redes sociales... pero no aparecía. Hace una semana vi una actualización de ella, entrando en su perfil de facebook, era de hace un mes. Le escribí, le dije que esperaba que estuviera bien y que ojalá pudiera verla pronto. Me respondió luego de dos días contándome que durante un año, había estado muy enferma sangrando mucho, y que aunque al principio los médicos dijeron que no tenía nada, hace unos meses se le había detectado un tumor, no me dio más detalles al respecto; y actualmente sigo esperando otra respuesta.
Facebook calcula, en unos 30 millones la cantidad de sus usuarios muertos, con cuenta activa... cuántos más están ahí sin registrar actividad por diversas circunstancias. ¿Cuántas personas que vemos a diario, están pidiendo un SOS secretamente, dentro de ellos? Como en una cuenta social, que no lo exterioriza. Personas que están muertas por dentro o devastadas... pero en su última foto de perfil sonríen, están llenos de vida, el mundo les pertenece.
En sus últimas actualizaciones de vida real vencen, hacen, proyectan... aunque muy dentro, necesitan una mano amiga. Alguien que detecte ese SOS silencioso que los salve de hundirse. Por desconfiados (ya que el mundo es cada vez más egoísta), o por orgullosos, no lo hacemos público. Preferimos poner la mejor foto de perfil, con el mejor ángulo, pero nadie sabe como nos sentimos detrás de esa pantalla.
Que no se pierda la buena costumbre de llamar al que no vemos hace tiempo de nuestra familia, de nuestros amigos, y si es posible de nuestros conocidos... de escribirles, de hacerles sentir que aún son importantes. Tal vez desaparecer, o mantener un perfil bajo, es una forma de lanzar un SOS silencioso, una señal encubierta que no puede captar cualquier satélite. Como esas palabras escritas en una arena, de una isla distante. Hoy te necesita alguien, mañana se borraran esas palabras de la arena.
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